Boicoteen a Barbie (por Dragut)…

BOICOTEEN A BARBIE

«Hace una década, en un país africano de esos que salen de cuando en cuando en los noticieros, conocí a un viejo misionero medio ciego que fue el primero en hablarme de los niños gusano.
No sería hasta años más tarde que volví a acordarme de aquel anciano cuando vi la película
Diamante de Sangre, un film que me decepcionó bastante porque si bien denunciaba tibiamente el tráfico internacional de estas piedras como desencadenante de conflictos armados en medio continente africano, no hacía referencia alguna a los niños gusano.

Los niños gusano merecían un reconocimiento ya que gracias a ellos, a decenas de miles de kilómetros, algunas señoras pueden lucir brillantes en sus cuellos desprovistos de pellejo o en sus inmaculadas y níveas orejas.
Los niños gusano son empleados por las empresas explotadoras de diamantes para abrir nuevas galerías o hacer nuevas prospecciones en el corazón de la tierra. Llevan una cuerda atada a su cintura y una mochila de explosivos en la espalda. ¿Por qué usar niños? Porque son baratos; en África hay muchos. Sin padre, sin madre. Desesperados y con hambre. Y sobre todo el cuerpecito de un niño cabe por las hendiduras de las rocas, arrastrándose por galerías en las que un adulto no podría entrar.
Si el niño gusano consigue salir de la galería a tiempo, no tendrá que preocuparse por comer en una buena temporada. Pero a veces se retrasa, a veces la cuerda que le une a la superficie se rompe, o su cuerpecito se atasca en una grieta. Y en África cada minuto cuenta; mantener en mitad de la selva a los ingenieros europeos con su sofisticada tecnología cuesta una fortuna cada día.
Así que hacen estallar el explosivo. Con niño o sin niño. Como diría G.Bernard Shaw:
hay más en el lugar del que salieron estos.
Entienda usted, mi desconocido lector, que Marilyn Monroe señalara que el mejor amigo de una mujer es el diamante, y que terminara con sus días amargada, deprimida y por supuesto en la más absoluta soledad. Eso sí, rodeada de diamantes.

Pero es de otra Barbie que yo venía a proponerles algo; una Barbie de las de verdad, es decir, de las de plástico. Eso sí, tiene en común con las Barbies de mentira, es decir, las de carne (poca) y hueso, que ambas están rodeadas de diamantes. Miren si no, que la empresa de juguetes Mattel ha presentado en México a la Barbie más cara del mundo. Si usted quiere una, deberá pagar por ella un millón de pesos mexicanos -unos 66.300 euros-, ya que incluye en su diseño 318 diamantes reales.

Me pregunto cuántos niños gusano habrán quedado sepultados para que Barbie luzca, por ejemplo, los diamantes en sus zapatos. Y me pregunto también, por qué la presentan en México. Justo en México, que según Anna Wright, relatora del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), encabeza la lista de mayor pobreza infantil de los países de la OCDE. Justo en México, donde más de la mitad de los niños son pobres (http://blog.unicef.es/?cat=22)
Justo en México, donde Mattel explota de forma inhumana y ajena a toda dignidad a niñas trabajadoras en las maquilas de la filial Rubie´s cosiendo ropa justo para las Barbies, en las siguiente condiciones que nos cuenta el ejemplar de La Jornada del martes 24 de marzo de 2005:
Laboran entre nueve y doce horas diariamente y algunas veces hasta dieciocho, sin pagos extras; la mayoría recibe el salario mínimo y las mejor pagadas obtienen entre cincuenta y seis y setenta y tres pesos diariamente, es decir, sus percepciones se ubican entre trescientos y quinientos pesos a la semana; les cobran los alimentos (incluso dos tortillas por un peso); les impiden tomar agua para que no vayan varias veces al baño; las condiciones de las áreas de trabajo no son higiénicas, los obligan a conseguir actas de nacimiento falsas para darles el trabajo, y muchas están afiliadas al Seguro Social con otro nombre y con datos falsos, por lo que no pueden hacer uso de este servicio.

Justo diamantes, justo en México, justo Barbie.

Justo sería que aquellos que tengan hijas, sobrinas, nietas o hermanitas pensaran en esto las próximas navidades antes de regalarles una Barbie.
Porque mantiene su esbelta figura gracias al hambre ajena.
Porque un trozo de plástico con patas no tiene derecho a causar tanto sufrimiento, tanto dolor y tanta miseria.
Por irónica.
Por lo que quieran, pero boicotéenla.

Abrazotes.»

También podemos informarnos de cosas indignantes de empresas multinacionales y monopolios en el «libro de las marcas negras» de Klaus Werner y Hans Weiss, creanme, recomendado. Pongamos nuestro pequeño grano de arena para que este tipo de situaciones barriobajeras no se permitan más.

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